Aunque es popular
escuchar decir que la mente humana es
muy grande, que se hizo esto o aquello con el alma o que algo es deseado con todas las
fuerzas del alma, es posible que muchos no se hayan detenido a pensar en la
profundidad que entrañan tales expresiones y no es para menos, pues el
alma humana (la sique) es de una grandeza casi divina y aunque algunas veces se
privilegie el ocuparse de la dimensión física de la persona lo adecuado es cuidar al ser humano en su totalidad atendiendo
también lo extra corporal.
El médico y sicólogo suizo
de mediados del siglo veinte, Karl Gustav Jung define al ser humano como una totalidad viviente con una sique conformada por dos mitades, una consciente y otra inconsciente, siendo la primera derivada
de la segunda y es la que le permite al sujeto orientarse en el espacio
exterior. El inconsciente por su parte además de posibilitar la orientación en el
espacio interior, contiene en él las potencialidades de cada persona. Aunque el
sujeto tenga restringido el acceso a su
inconsciente, es necesario que conozca
la importancia de la parte de sí mismo
que le es desconocida.
En la parte
consciente de la sique se desarrolla la conciencia, de la
cual, según Jung, el yo con su
andamiaje de recuerdos junto con aquello que conoce tanto de sí mismo, como del mundo exterior, es su centro y se
localiza en los hemisferios cerebrales. La conciencia permite que el individuo se perciba a sí mismo y todo lo que existe en el espacio
exterior de tal modo que aquello que esta fuera de la conciencia del sujeto le
es invisible (inexistente) pues está desconectado de su yo. “Ser consiente es
percibirse y reconocer el mundo
exterior, así como el propio ser en sus relaciones con este mundo exterior”
En igual línea de
pensamiento los estándares básicos de competencias del lenguaje plantean que la
conciencia del individuo se desarrolla cuando se reconoce a sí mismo, y se
diferencia del otro y de lo otro es decir, de las personas y cosas que le
rodean, siendo esto posible por su facultad del lenguaje. “el lenguaje tiene un
valor subjetivo para el ser humano, como individuo, en tanto que le permite
tomar posesión de la realidad, en el sentido de que le brinda la posibilidad de
diferenciar los objetos entre sí, a la vez que diferenciarse frente a estos y
frente a los otros individuos que lo rodean, esto es, tomar conciencia de sí mismo”.
(MINISTERIO DE EDUCACIÓN
NACIONAL, Estándares
básicos de formación en lenguaje. P. 18).
Para que el individuo se reconozca a sí mismo,
se oriente en el espacio exterior la psique consciente realiza
las funciones de sensación, pensamiento,
intuición y sentimiento.
La función de
sensación se produce cuando el cerebro a través de los nervios sensoriales recepciona
y almacena información sobre sí
mismo (como la
Sensación de sed o la
percepción de frio) y del medio
exterior, pese a que esta función es
automática, involuntaria y puramente irracional la persona puede agudizarla
intencionalmente.
Aunque la
sensación le permite al sujeto enterarse de que algo es, el proceso de
conocimiento no se detiene sino que el pensamiento caracterizado porque discrimina, excluye, juzga y es racional le permite establecer
claramente lo que un objeto material o
inmaterial es.
Sin embargo el ser
humano no solo percibe el objeto y
establece lo que este es sino que además aplica interés en las circunstancias en las que el objeto está inmerso, es decir en sus
antecedentes y proyecta lo que ocurrirá
con él cuando esto ocurre se está haciendo uso de la función de intuición. Esta es una función irracional y de juicios vagos pero su
importancia radica según Jung en que las cosas son pero de
modo transitivo, es decir, se transforman eternamente, entonces lo que hoy es
ayer fue de modo distinto, tiene unas
causas y con toda seguridad mañana será diferente porque nada es estático.
Entonces la
sensación, el pensamiento y la intuición son funciones ejercidas por la conciencia,
pero el
hombre en su relación con el mundo es afectado por todo lo que le rodea esta
afectación puede ser positiva o negativa pero en todo caso inevitable, esto se
debe a la función de sentimiento. Esta no solo determina si algo tiene o no valor
para la persona sino que además inquiere cual es el valor que algo tiene para
esa persona en cuestión. El sentimiento es
una función racional pero opuesta a la función de pensamiento pues esta última
se ocupa de lo objetivo de un dato, en tanto que la segunda añade valor al dato puro.
El cachorro humano al
nacer no se reconoce, no reconoce el
medio y aún menos puede diferenciarse a sí mismo del resto de objetos que
existen en el espacio, pues la conciencia no nace con él sino que se desarrolla poco a poco en un medio social gracias a sus percepciones sensoriales y a las
interacciones que dicho medio social le ofrece.
Como se dijo líneas
antes, para Jung la conciencia se desarrolla en la parte consciente de la
psique, el centro de esta está el yo a este le es intrínseca la voluntad, la cual
es una energía creadora e indoblegable con la cual puede aumentar el poder de
cada función y además le genera el sentimiento de libertad, el cual hace que el
ser humano experimente el sentimiento de libertad, este sentimiento le otorga la capacidad de transformar
el mundo. “Entre nosotros el yo está
dotado de una energía disponible gracias a la cual podemos influir sobre el
curso natural de los acontecimientos”[1]. En términos de las conceptualizaciones que
ofrecen los estándares básicos de lenguaje la voluntad con la cual el yo está
dotado le permite al hombre “actuar
sobre el mundo.”
Al inicio de este
texto se dijo que la psique tiene una
mitad que es consciente, ésta permite que el hombre se dé cuenta de sí mismo y
se oriente en el espacio exterior, entre tanto la otra parte de su psique es inconsciente y le
orienta en el tiempo, el ser
humano tiene la capacidad de calcular el tiempo aun estando dormido, esta psique también le
orienta en el espacio interior a través de unas funciones: Las contribuciones subjetivas
de las funciones. Jung plantea que cuando un individuo ejerce una función consciente generalmente aplica prevenciones, prejuicios y predisposiciones para reaccionar
de cierto modo a una situación, estas contribuciones son particularmente
subjetivas, es decir, provienen del interior del sujeto y son revelaciones de su
mundo interior, por lo tanto no existe ser humano totalmente objetivo. “Tenemos
toda clase de reacciones subjetivas, pero no es decoroso admitirlas. Estas
contribuciones subjetivas forman buena
parte de nuestras relaciones con nuestro mundo interior”.
Además de las
contribuciones subjetivas de las funciones, los
afectos son también otra función ejercida por el inconsciente, los afectos son
reacciones involuntarias del sujeto, que se expresan en enojo excesivo,
enrojecimiento y tención de los músculos llegando incluso en algunos casos a parecer
víctima de una posesión demoniaca. Cuando se ejerce esta función la persona descarga energía y puede
sentirse liberada, pero también engendra un riesgo para la persona y quienes le rodean por cuanto su actuación está
fuera del umbral de la conciencia y el control de sí misma no le pertenece, en
palabras de B cuando por ejemplo, algunos contenidos de la psique consciente
atraviesan la línea imaginaria que la
divide de la inconsciente quedando por fuera de la conciencia, pero pueden retornar a esta gracias a la facultad de la
memoria, en tanto que a muchos
contenidos del inconsciente se puede acceder con la ayuda de una atención juiciosa o con de la mediación de algún elemento (un sonido,
un gesto, un olor…), a otros se accede mediante el empleo de técnicas especializadas
empleadas por terapeutas, pero hay otros contenidos que son definitivamente inescrutables. “Hay en
el inconsciente, además, acontecimientos totalmente inaccesibles en un momento
dado, por la buena razón de que no han sido nunca todavía conscientes” ibíd.
P.44
Para el autor que
inspira este texto, el inconsciente tiene supremacía sobre el consciente pues,
el segundo es derivado del primero, lo anterior se expresa en que el consciente
es incapaz de mantener simultáneamente varias representaciones cosa que es
propia del inconsciente, adicionalmente el consciente es efímero pues gran
parte de la vida del ser humano es vivida de modo inconsciente (cuando duerme,
cuando no se entera de lo que hace…)por el contrario la psique inconsciente es una
activa, silenciosa e incansable
trabajadora, siempre viva, no se detiene bajo ninguna circunstancia siéndole
indiferente que su vecina se encuentre en reposo o en agitada actividad, aunque de su actuación el sujeto no
se dé por enterado. Como lo expresa Jung “El inconsciente, en cambio es un estado constante,
duradero que en su esencia se perpetúa semejante a sí mismo; su continuidades estable cosa que no se puede
pretender del consciente”.
Al nacer el cachorro
humano no se reconoce, aún menos
reconoce el medio y a los otros sujetos pues la conciencia no nace con él sino que se desarrolla poco a poco, y según
plantea Vygotsky en un medio social, esto es posible gracias a sus percepciones, su facultad de lenguaje, y a las
interacciones que dicho medio social le ofrece. Ahora bien, el ser
humano es a la vez individual y social, esto hace que organice con sus congéneres la vida colectiva tarea que no siempre
resulta fácil y si no piénsese en las
funciones del consciente, estas se manifiestan
de modo distinto en cada individuo, en
algunos actúa con mayor fuerza la función de sensación mientras en otros la función que opaca a las
restantes es la de intuición y así
sucesivamente. “… determinadas funciones están en nosotros especialmente
desarrolladas y diferenciadas, son particularmente relevantes, particularmente
activas y productivas, mientras que otras no superan el estado embrionario de
su desarrollo.”[2]
Esto da particularidades a la
personalidad de cada sujeto, la interacción de las subjetividades provoca que el conflicto sea connatural de la vida
social del ser humano. ”Cada cual vive de forma más o menos exclusiva gracias a
su función dominante que no es la de su vecino”[3]
Además que cada sujeto tiene una función dominante,
las contribuciones subjetivas, es decir; las prevenciones, prejuicios y
predisposiciones para reaccionar de cierta manera ante tal o cual circunstancia,
añade dificultad al asunto y ni que
decir de los afectos aquella otra función del inconsciente capaz de poner al
sujeto fuera de sí mismo. Con lo anterior el panorama que lucía gris se torna
verdaderamente oscuro, es en este punto que toma importancia mayúscula la formación en lenguaje como la posibilidad del
individuo para desarrollarse, pues le permite tomar conciencia de sí mismo,
interactuar con sus congéneres y ser parte de una cultura.
Una adecuada
formación en lenguaje supone el reconocimiento por parte del sujeto de aquellas
características que lo distinguen de las otras personas, así como el desarrollo sus capacidades comprensivas y
expresivas, es decir la expresión de sus
opiniones, sentimientos y necesidades y la
comprensión de la expresión de sus semejantes y el respeto por las diferencias
surgidas de las características propias de los otros.” El valor subjetivo del
lenguaje es de suma importancia para el individuo puesto que, de una parte le
ofrece la posibilidad de afirmarse como persona, es decir, constituirse en ser
individual definido por una serie de características que lo identifican y lo
hacen distinto a los demás y, de otra parte, le permiten conocer la realidad
natural y socio- cultural de la que es
miembro y participar en procesos de
construcción y transformación de ésta”[4] Lo
anterior evidencia la responsabilidad que conlleva ser maestro y en especial maestro de lenguaje, pues esto implica nada
menos que asumir su propia formación como ser inacabado que es y la de sus estudiantes, para lo cual
necesita además de compromiso, solida
fundamentación conceptual, capacidad para diseñar situaciones de aprendizaje e implementación de
estrategias metodológicas que contribuyan realmente a la formación de los
estudiantes, de tal modo que catapulte
el desarrollo de estos y obtenga éxito
en su labor.
Aunque para todo sujeto la psique inconsciente es desconocida y gran parte de ella seguirá siéndolo, pues su esencia es esquiva y misteriosa, el maestro puede desde el área de
lenguaje propiciar que el estudiante conozca
que en toda persona existe una parte que
es oculta para todos, incluso para sí misma, esto le hará comprender más la
naturaleza humana y ejercer mayor control sobre sus impulsos cosa que sin duda contribuirá a mejorar sus
relaciones consigo mismo y con los otros.
Hasta aquí se ha
dicho que el ser humano posee una psique la cual pertenece a su
dimensión extra corporal, que ésta la conforman dos mitades, una consciente
localizada en ambos hemisferios del cerebro y otra inconsciente, siendo distintas en sus
características así como en las funciones que cada una desempeña. También se ha
dicho que es en el lado consciente de la psique donde se desarrolla la
conciencia debido a que el yo se percibe a sí mismo y al entorno
estableciendo relaciones con este, de igual modo se ha afirmado que la facultad
de lenguaje es decisiva en estos
procesos sicológicos.
De otra parte se ha
planteado que aunque la mayor parte de la psique inconsciente será siempre un
enigma para el sujeto, el maestro puede
contribuir para que el estudiante establezca mejores relaciones consigo mismo y
con sus congéneres a través del desarrollo del lenguaje y posibilitando que
este conozca cual es la importancia de la
parte de sí mismo que le es desconocida, esto con seguridad le dará
herramientas para afrontar con éxito la
tarea planteada.
Publicado por: Luz Olivia Palacios
Semestre: 6
Universidad del tolima.
Muchas gracias compañera, por tus significativos aportes.
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