jueves, 14 de noviembre de 2013

La luz y la sombra que habita en todo ser humano.



Aunque es popular escuchar  decir que la mente humana es muy grande, que se hizo esto o aquello con  el alma o que algo es deseado con todas las fuerzas del alma, es posible que muchos no se hayan detenido a pensar en la profundidad  que entrañan  tales expresiones y no es para menos, pues el alma humana (la sique) es de una grandeza casi divina y aunque algunas veces se privilegie el ocuparse de la dimensión física de la persona  lo adecuado es cuidar  al ser humano en su totalidad atendiendo también lo extra corporal.
El médico y sicólogo suizo de mediados del siglo veinte, Karl Gustav Jung define al   ser humano como una totalidad viviente  con una sique conformada  por  dos mitades, una consciente y  otra inconsciente, siendo la primera derivada de la segunda y es la que le permite al sujeto orientarse en el espacio exterior. El  inconsciente por su parte  además de posibilitar la orientación en el espacio interior, contiene en él las potencialidades de cada persona. Aunque el sujeto tenga restringido el  acceso a su inconsciente, es necesario  que conozca la importancia de la parte  de sí mismo que le es desconocida.
En la parte consciente de la sique se desarrolla la conciencia,  de la  cual, según Jung, el yo con su  andamiaje de recuerdos junto con  aquello que conoce tanto de sí mismo, como  del mundo exterior, es su centro  y  se localiza en los hemisferios cerebrales. La  conciencia permite que el  individuo se perciba a sí   mismo y todo lo que existe en el espacio exterior de tal modo que aquello que esta fuera de la conciencia del sujeto le es invisible (inexistente) pues está desconectado de su yo. “Ser consiente es percibirse  y reconocer el mundo exterior, así como el propio ser en sus relaciones con este mundo exterior”
En igual línea de pensamiento los estándares básicos de competencias del lenguaje plantean que la conciencia del individuo se desarrolla cuando se reconoce a sí mismo, y se diferencia del otro y de lo otro es decir, de las personas y cosas que le rodean, siendo esto posible por su facultad del lenguaje. “el lenguaje tiene un valor subjetivo para el ser humano, como individuo, en tanto que le permite tomar posesión de la realidad, en el sentido de que le brinda la posibilidad de diferenciar los objetos entre sí, a la vez que diferenciarse frente a estos y frente a los otros individuos que lo rodean, esto es, tomar conciencia de sí mismo”. (MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL, Estándares básicos de formación en lenguaje. P. 18).
Para  que el individuo se reconozca a sí mismo, se  oriente  en el espacio exterior la psique consciente realiza las funciones de sensación,  pensamiento, intuición y sentimiento.
La función de sensación  se produce cuando el cerebro  a través de los nervios sensoriales recepciona  y almacena información sobre sí mismo  (como la
Sensación de sed o la percepción  de frio) y del medio exterior, pese a que  esta función es automática, involuntaria y puramente irracional la persona puede agudizarla intencionalmente.
Aunque   la sensación le  permite al sujeto  enterarse de que algo es, el proceso de conocimiento no se detiene sino que el pensamiento caracterizado porque  discrimina, excluye,  juzga y es racional le permite establecer claramente  lo que un objeto material o inmaterial es.
Sin embargo el ser humano no solo percibe el  objeto y establece lo que este es sino que además aplica interés en las  circunstancias en las que el objeto  está inmerso,  es decir   en  sus antecedentes y proyecta  lo que ocurrirá con él cuando esto ocurre se está  haciendo uso de la función de intuición.  Esta es una  función irracional y de juicios vagos pero su importancia   radica según Jung en que las cosas son pero de modo transitivo, es decir, se transforman eternamente, entonces lo que hoy es ayer fue de modo distinto,  tiene unas causas y con toda seguridad mañana será diferente  porque nada es estático.
Entonces la sensación, el pensamiento y la intuición son funciones ejercidas por la conciencia, pero  el  hombre en su relación con el mundo es  afectado por todo lo que le rodea esta afectación puede ser positiva o negativa pero en todo caso inevitable, esto se debe a la función de sentimiento. Esta  no solo determina si algo tiene o no valor para la persona sino que además inquiere cual es el valor que algo tiene para esa persona  en cuestión. El sentimiento es una función racional pero opuesta a la función de pensamiento pues esta última se ocupa de lo objetivo de un dato, en tanto que la segunda añade valor  al dato puro.
El cachorro humano al nacer no se reconoce, no  reconoce el medio y aún menos puede diferenciarse a sí mismo del resto de objetos que existen en el espacio,  pues  la conciencia no nace con él  sino que se desarrolla poco a poco  en un medio social  gracias a sus percepciones sensoriales  y a las  interacciones que dicho medio social le ofrece.
Como se dijo líneas antes, para Jung la conciencia se desarrolla en la parte consciente de la psique, el centro de esta  está el yo  a este le es intrínseca la voluntad, la cual es una energía creadora e indoblegable con la cual puede aumentar el poder de cada función y además le genera el sentimiento de libertad, el cual hace que el ser humano experimente el sentimiento de libertad,  este sentimiento le otorga la capacidad de transformar  el mundo. “Entre nosotros el yo está dotado de una energía disponible gracias a la cual podemos influir sobre el curso natural de los acontecimientos”[1].  En términos de las conceptualizaciones que ofrecen los estándares básicos de lenguaje la voluntad con la cual el yo está dotado le permite al hombre  “actuar sobre  el mundo.”
Al inicio de este texto se dijo que  la psique tiene una mitad que es consciente, ésta permite que el hombre se dé cuenta de sí mismo y se oriente en el espacio exterior, entre tanto  la otra parte de su psique es inconsciente  y le  orienta  en el tiempo, el ser humano tiene la capacidad de calcular el tiempo  aun estando dormido, esta psique también le orienta en el  espacio interior a través  de unas funciones: Las contribuciones subjetivas de las funciones. Jung plantea que cuando un individuo ejerce  una función consciente generalmente  aplica prevenciones,  prejuicios y predisposiciones para reaccionar de cierto modo a una situación, estas contribuciones son particularmente subjetivas, es decir, provienen del interior del sujeto y son revelaciones de su mundo interior, por lo tanto no existe ser humano totalmente objetivo. “Tenemos toda clase de reacciones subjetivas, pero no es decoroso admitirlas. Estas contribuciones  subjetivas forman buena parte de nuestras relaciones con nuestro mundo interior”.
Además de las contribuciones subjetivas de las funciones, los afectos son también otra función ejercida por el inconsciente, los afectos son reacciones involuntarias del sujeto, que se expresan en enojo excesivo, enrojecimiento y tención de los músculos  llegando incluso en algunos casos  a parecer  víctima de una posesión demoniaca. Cuando se ejerce esta  función la persona descarga energía y puede sentirse liberada, pero también engendra un riesgo para la persona y  quienes le rodean por cuanto su actuación está fuera del umbral de la conciencia y el control de sí misma no le pertenece, en palabras de B cuando por ejemplo,  algunos contenidos de la psique consciente atraviesan la línea imaginaria que la  divide de la inconsciente   quedando por fuera  de la conciencia, pero pueden  retornar a esta gracias a la facultad de la memoria, en tanto que a muchos  contenidos del inconsciente se puede acceder  con la ayuda de una  atención juiciosa o con  de la mediación de algún elemento (un sonido, un gesto, un olor…), a otros se accede mediante el empleo de técnicas especializadas empleadas por terapeutas, pero hay otros contenidos  que son definitivamente inescrutables. “Hay en el inconsciente, además, acontecimientos totalmente inaccesibles en un momento dado, por la buena razón de que no han sido nunca todavía conscientes” ibíd. P.44
Para el autor que inspira este texto, el inconsciente tiene supremacía sobre el consciente pues, el segundo es derivado del primero, lo anterior se expresa en que el consciente es incapaz de mantener simultáneamente varias representaciones cosa que es propia del inconsciente, adicionalmente el consciente es efímero pues gran parte de la vida del ser humano es vivida de modo inconsciente (cuando duerme, cuando no se entera de lo que hace…)por el contrario la psique inconsciente es una activa, silenciosa  e incansable trabajadora,  siempre viva, no se detiene bajo ninguna circunstancia siéndole indiferente que su vecina se encuentre en reposo o en agitada  actividad, aunque de su actuación el sujeto no se dé por enterado. Como lo expresa Jung “El inconsciente, en cambio es un estado constante, duradero que en su esencia se perpetúa semejante a sí mismo;  su continuidades estable cosa que no se puede pretender del consciente”.
Al nacer el cachorro humano  no se reconoce, aún menos reconoce el medio y a  los  otros sujetos pues  la conciencia no nace con él  sino que se desarrolla poco a poco,  y según   plantea  Vygotsky  en un medio social, esto  es posible gracias a sus percepciones, su  facultad de lenguaje,  y a las  interacciones que dicho medio social le ofrece. Ahora bien, el ser humano es a la vez individual y social, esto hace que  organice con sus congéneres  la vida colectiva tarea que no siempre resulta fácil  y si no piénsese en las funciones  del consciente, estas se manifiestan de modo distinto  en cada individuo, en algunos actúa con mayor fuerza la función de sensación  mientras en otros la función que opaca a las restantes es la de intuición y así  sucesivamente. “… determinadas funciones están en nosotros especialmente desarrolladas y diferenciadas, son particularmente relevantes, particularmente activas y productivas, mientras que otras no superan el estado embrionario de su desarrollo.”[2]  Esto da particularidades a la personalidad de cada sujeto, la interacción de las subjetividades provoca  que el conflicto sea connatural de la vida social del ser humano. ”Cada cual vive de forma más o menos exclusiva gracias a su función dominante que no es la de su vecino”[3]
Además  que cada sujeto tiene una función dominante, las contribuciones subjetivas, es decir; las prevenciones, prejuicios y predisposiciones para reaccionar de cierta manera ante tal o cual circunstancia, añade  dificultad al asunto y ni que decir de los afectos aquella otra función del inconsciente capaz de poner al sujeto fuera de sí mismo. Con lo anterior el panorama que lucía gris se torna verdaderamente oscuro, es en este punto que toma importancia mayúscula la  formación en lenguaje como la posibilidad del individuo para desarrollarse, pues le permite tomar conciencia de sí mismo, interactuar con sus congéneres y ser parte de una cultura.
Una adecuada formación en lenguaje supone el reconocimiento por parte del sujeto de aquellas características que lo distinguen de las otras personas, así como  el desarrollo sus capacidades comprensivas y expresivas, es decir la expresión de  sus opiniones, sentimientos y necesidades y la  comprensión de la expresión de sus semejantes y el respeto por las diferencias surgidas de las características propias de los otros.” El valor subjetivo del lenguaje es de suma importancia para el individuo puesto que, de una parte le ofrece la posibilidad de afirmarse como persona, es decir, constituirse en ser individual definido por una serie de características que lo identifican y lo hacen distinto a los demás y, de otra parte, le permiten conocer la realidad natural y socio-  cultural de la que es miembro y participar en  procesos de construcción y transformación de ésta”[4] Lo anterior evidencia la responsabilidad que conlleva ser maestro y en especial  maestro de lenguaje, pues esto implica nada menos que asumir su propia formación como ser inacabado que es  y la de sus estudiantes, para lo cual necesita además de  compromiso, solida fundamentación conceptual, capacidad para diseñar  situaciones de aprendizaje e implementación de estrategias metodológicas que contribuyan realmente a la formación de los estudiantes,  de tal modo que catapulte el desarrollo de estos y  obtenga éxito en su labor.
Aunque  para todo sujeto la psique inconsciente es  desconocida y gran parte de ella seguirá  siéndolo, pues su esencia es esquiva y  misteriosa, el maestro puede desde el área de lenguaje propiciar  que el estudiante   conozca que en toda persona  existe una parte que es oculta para todos, incluso para sí misma, esto le hará comprender más la naturaleza humana y ejercer mayor control sobre sus impulsos  cosa que sin duda contribuirá a mejorar sus relaciones consigo mismo y con los otros.
Hasta aquí se ha dicho que el ser humano posee una psique la cual pertenece  a  su dimensión extra corporal, que ésta la conforman dos mitades, una consciente localizada en ambos hemisferios del cerebro  y otra inconsciente, siendo distintas en sus características así como en las funciones que cada una desempeña. También se ha dicho que es en el lado consciente de la psique donde se desarrolla la conciencia debido a que el yo se percibe a sí mismo y al   entorno estableciendo relaciones con este, de igual modo se ha afirmado que la facultad de lenguaje es decisiva en  estos procesos sicológicos.
De otra parte se ha planteado que aunque la mayor parte de la psique inconsciente será siempre un enigma para el sujeto,  el maestro puede contribuir para que el estudiante establezca mejores relaciones consigo mismo y con sus congéneres a través del desarrollo del lenguaje y posibilitando que este  conozca cual es la importancia  de la  parte de sí mismo que le es desconocida, esto con seguridad le dará herramientas para afrontar con éxito  la tarea planteada.  
   
  Publicado por: Luz Olivia Palacios
Semestre: 6
Universidad del tolima.




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